jueves, 14 de febrero de 2008

Diálogo

Te me acercas en mitad de la calle
como si nada de esto fuera contigo,
prestando atención a esos viejos balcones
en los que siempre esperas ver correr
a alguien sin esperanza.
A mí nunca me quedan monedas, lo siento,
doy rodeos innecesarios,
apuro la cerveza que sabe justo como las otras.

Me duele que llegues justo ahora,
cuando no sé qué hacer con mis manos
de puro terror.
Siempre se le puede dar un trago más a la lluvia,
lo sé,
en los museos nos esperan
y mira, hoy, al cerrar los ojos,
siento su voz baja, lenta,
una voz de confesiones a destiempo
y la mirada de reojo a un portal vacío.

Acaba ya con el gotear de tu muñeca.
Sé lo que tienes en tus manos y lo quiero.
Un mechón, el buho mecánico de la tienda,
ese que se perdió y volvió tuerto cuando
los gitanos rodeaban la charca.

Compra la mano de arena y déjame
los sacrificios porque, aunque no lo creas,
también tú verás arder mi voz.

No hay comentarios: