Debieran ser ciegos los ojos del hombre
para llegar a ver qué se oculta tras la forma,
qué esconden las fronteras.
Debieran ser ciegos para ver el interior
crepitante de las ascuas,
la luz desnuda, delicada,
blanca,
para ver-mis ojos no vinieron para morder olvido-
Debieran ser ciegos los ojos del hombre
para llegar a ver qué se oculta tras la forma,
qué esconden las fronteras.
Debieran ser ciegos para ver el interior
crepitante de las ascuas,
la luz desnuda, delicada,
blanca,
para verVuelva el tiempo a su mirada cenicienta
la de las noches en farola, la de los días
en la noche
Vuelva su mirada al tiempo despojado
de las noches y los días,
de la claridad sucinta de un instante
neutro
tercamente plateado
Vuele y vuelva desprendido
de norte, de noche,
ni guía ni soporte,
apagado, ¡prendido!
nuevamente apagado
No rompo el tiempo
Apostaron por la amputación de la acción, de cualquiera no supeditada al semáforo autómata o a las exangües sonrisas de calzador. El agua debe estar en reposo, dijeron, cautiva, inmóvil. Apelaban desgañitados a mantener la marea a raya a toda costa, por no importa qué medio o miedo, porque no importaba qué miembro pierdo. Sobre todo que los círculos abiertos no desborden, menos aún que se entrelacen. Hay que ser implacables. Fue hielo.
El hielo fue la rueda mordida avanzando por el cauce, renegando dócil de torbellinos y chispazos de piedra. Fui arrollado, antes de la orilla, lejos del borde, sin manos ni lágrimas y ni un atisbo de agitación.Retomo el tono
de las orillas
luna bailando
serena brisa
corto y estrecho
con un cuchillo
juegos, cemento
adiós olvido
araña, pulso
y lentamente
el vino oculto
aún sin ir yendo
canto, aclaro
cáliz bebiendo