miércoles, 19 de diciembre de 2007

Inexpresión

Este pequeño brote, justo aquí,
a mis pies,
respira por cuatro puntos cardinales:
la extrañeza de mis ojos es casi dolorosa en él,
pero aún más la sombra siempre verde
que me da su figura solitaria.

Algún día, cuando sea un arbolito orgulloso
o un dulce néctar suspendido en el océano,
le hablaré de mis muñecas quemadas
y, tal vez, de la débil raicilla
que explora mi piel cada noche,
buscando el olor de la tierra fresca

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