domingo, 24 de agosto de 2008

Informe sobre ciegos

El día se pierde sin dolor,
como el anhelo de los ciegos
que alzan sus manos al cielo
para que se pose la luna,
entre arrullos, bosques, hermanos,
esa acequia de cal y sangre,
traicionera, verde, roma,
sequía en la puerta de arena,
camino de lobos y puentes,
juramentos bajo la sombra
de altísimas torres ardiendo.

Ellos, los ciegos, seguramente hayan
encontrado ventanas abiertas en mitad de la riada:
es el justo castigo del tiempo
añadiendo su triste hebra
y empapando los cinco árboles de mis muñecas.

Ellos mastican en silencio semillas de tejo,
en silencio aprenden las nuevas canciones
y se acercan un poco más, sin dolor,
a la noche.

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